Querido Sam, me dirijo a ti porque mi tiempo se agota. Hace unos años que padezco una enfermedad terminal y no sé cuándo llegará mi hora. Quien me lo iba a decir, yo que creía ser inmortal.
Sé que a muchos les da igual. Creen que sin mi presencia todo será más cómodo, que con un solo clic harán lo que antes demoraba horas o incluso días. La sociedad de lo instantáneo, la llaman. ¿Pero y el placer de mi presencia? ¿Quién no ha sentido grandeza acariciando mis extremidades de arriba a abajo? ¿Quién no se ha sentido capaz de todo, al poseer un fajo de los míos entre sus manos? Sé que tú no olvidas los grandes momentos que hemos pasado juntos, por eso, recurro a ti.
Pronto se cumplirá un siglo de mi nacimiento. ¿Puedes creerlo? Fue después de la Gran Guerra. Tú y tus amigos no sabíais que hacer, nuestro sistema no paraba de extenderse y no encontrabais la fórmula que permitiese crear un sistema de intercambio sencillo y asequible. La explotación del oro, la plata y otros metales cada vez era más costosa y de repente encontrasteis la solución. Ya no nos haría falta utilizar a esos negros, indios, vagos y maleantes. Con la confianza que me otorgasteis, todo sería más sencillo, una simple impresión y ¡tachán!, todo resuelto. Todos los sueños se convertirían en realidad. Y así lo llamamos, ¿verdad Sam?: “El sueño americano”. Un sueño al alcance de la mano de todo el mundo. Si te esforzabas, lo lograrías. O eso pensaban, ¿eh Sam? Je, je, ¿cómo era esa frase que decías siempre? Ah, sí, ya recuerdo: “Os ganaréis el pan con el sudor de vuestra frente”. Ja, ja, ingenuos.
Y todo gracias a mi viejo amigo. No olvides que fue por mí que levantasteis grandes fábricas, construisteis ciudades sin fin, comprasteis bosques y montañas, conquistasteis países y engendrasteis hasta a un imperio. Gracias a mí, te apoderasteis de la voluntad de los hombres. Por Dios Sam, es decir, por mí, ¿así me lo vas a pagar? ¿Reduciéndome a un mero papel en el que nadie se fijará? Por eso recurro a ti, eres la única esperanza que me queda, recuerda Sam, me lo debes.
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