por Reynaldo Bernal Cárdenas I ENSAYO I COLOMBIA
El autor nos presenta una reflexión sobre la lucha constante contra la vida, representada como una adversaria implacable. El texto exalta la dignidad y la valentía de resistir sus golpes, destacando que la verdadera victoria está en mantenerse firme. La muerte, en contraste, se muestra como una aliada compasiva al final.
Cuando me siento desdichado pienso en
la muerte, es el consuelo que tengo”.
Borges
A Ella hay que resistirle. Hasta el último round, si es posible. No se trata de ganarle la pelea (jamás nadie podrá llegar a tanto), más bien de propinarle unos buenos jabs, de hacerle sangrar la nariz y no permitirle que nos ponga contra las cuerdas. Y es que Ella, lo sabemos, no se acerca a dama voluntaria de La Cruz Roja, se parece más a un adversario insensible, frío de compasión. Sus guantes de adversidad nos mandarán a la lona una y otra vez −es seguro− mientras sus redomadas sonrisas ocultarán convenientemente la certeza de su parca supremacía. Conozco su pulsión cruel por la simulación y la exageración.
El decoro y el dolor nos alentarán entonces a incorporarnos para no perder por nocaut, para intentar allegarnos al campanazo de cierre y sostener firmemente en los nuestros sus ojos de hielo, su mirada pérfida (terminaremos lastimados y sangrantes pero estaremos de pie). Y si bien en esa instancia, la última, seremos indefectiblemente declarados perdedores, la decisión será por puntos. ¿Puede hallarse más decoro en otro lugar del universo?
Sí. A Ella, a la vida, hay que resistirla porque el asunto −al completo− atañe a la dignidad, y la dignidad, como el amor, es un precepto que se concibe sólo bajo la conciencia del humano y su mortalidad.
A fin de cuentas, Ella obtendrá su triunfo sobre nuestra fugaz humanidad (exiguo y frívolo como su esencia, como todos los suyos); está escrito que así sea. Sin embargo, a quienes hayamos resistido la desigual confrontación, nos bajarán del cuadrilátero con el espíritu entronizado, con el prestigio noble del que conoció y supo redimirse en la esperanza; recompensados en el hecho inane de haber sido anunciados en el cartel.
Entretanto Ella, abyecta y astuta, seguirá golpeando por doquier, asestando nocauts y pisoteando almas pusilánimes, creyéndose eterna vencedora y sin percatarse siquiera de que sólo es la hermana menor –engreída y egoísta, por demás− de la misteriosa, verdadera, campeona de la eternidad, la que nunca se movió de nuestra esquina, la que estuvo presta a tirar la toalla, y que ahora nos saca de allí palmeándonos el hombro y diciendo compasiva Ya terminó. Lo hiciste bien.
Y es que ante los fieros e incesantes embates de la vida, la muerte siempre está de nuestro lado.
ACERCA DEL AUTOR
Reynaldo Bernal Cárdenas nació en Bogotá. Estudió música y años después fue seducido por los libros. El género del cuento ha marcado su cabalgar por la escritura. Participó en talleres literarios propuestos por Idartes Bogotá y el Ministerio de Cultura de Colombia. Algunos de sus cuentos han sido publicados en medios impresos y en línea de Colombia y de varios países, por ejemplo Narrativa Breve de España, diario colombiano El Espectador, Revista Ámsterdam Sur, diario Es lo cotidiano de México, y la Radio Nacional Argentina. En la actualidad vive en Bogotá y dedica la mayor parte de su tiempo a la escritura.
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