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Foto del escritorVerónica S. Tejerina Vargas

El ser


Arte: Verónica Stella Tejerina Vargas

Verónica Stella Tejerina Vargas

 
“Todo va y todo vuelve. La rueda del ser gira sin cesar. Todo muere, todo florece de nuevo, el año del ser corre eternamente. Todo se rompe y se arregla. La misma casa del ser se reconstruye sin cesar. Todo se despide y vuelve a saludarse. El anillo del ser permanece siempre fiel a sí mismo”. (Nietzsche. Así habló Zaratustra.2015:212).

La espera del Ser es paciente, su manifestación y voz también lo es, el llamado se va revelando en susurros, intuiciones, ansiedades, extravíos, búsquedas y certidumbres. El Ser es poderosa presencia que nos habita y puebla la magnitud de nuestra materia visible e invisible. El Ser se expande y contrae, despierta y duerme, nos acompaña en tiempos de tempestad o calma, éste nos contempla en silencio, sabe que todo paso en retroceso, caída o firme avanzada será, tarde o temprano, camino de encuentro.


El Ser y el estar demandan la construcción y la aniquilación del tiempo y el cuerpo. Somos el cascarón, muchas mudas nos aguardan antes de emerger renovados, con pieles fortalecidas. El despojo de las viejas escamas produce intensos e internos temblores, profunda oscuridad. El ineluctable crecimiento rompe los surcos, los poros de la antigua vida para abrirse brecha a través de nuevos senderos de luz. Es un proceso lento, silencioso, y sin lugar a dudas, doloroso; auto gestarse para renacer en el Ser no es fácil. Prepararse para el cambio, prepararse para dar el gran salto al vacío es parte del tránsito, cuando ya estamos listos, la vida nos empuja sin tregua ni previas negociaciones. Sin embargo, fuerzas contrarias brotarán para obstaculizar y debilitar nuestra mutación; la ley de entropía lo moverá todo, para desanimarnos, abatirnos, es parte del guion; sin retos, sin pruebas, no hay crecimiento ni aprendizajes.


El caos es aliado importante de todo reordenamiento. Mejor es acostumbrarse a estar en continua desintegración y regeneración física, mental, emocional y espiritual. De nosotros depende que el parto sea menos doloroso y traumático, aunque cada gestación tiene su propio y justo tiempo. Nos toca fluir sin resistencia, afinar la brújula en dirección a nosotros mismos, el Ser es el verdadero y único norte y su construcción el objetivo mayor. El resto es ilusión y engaño pasajero; lo real, el vivir en y con el Ser es permanencia y aplomo.

Arte: Verónica Stella Tejerina Vargas

Transitar por los desiertos internos es parte del viaje, éstos son los páramos que propician el encuentro con el Ser, pues él los habita, sentir el dolor que emerge, el grito seco que busca encontrar un eco confiable, sentir el abandono, el frío o el sofoco es necesario para buscar o construir un refugio desde adentro. A lo lejos espera el ser de nuestro Ser, con brazos abiertos para que recordemos quiénes somos; es menester romperse para arreglarse, para mirarse en justa medida, sin distorsiones, sin engaños ni traiciones, mirarse con ojos sinceros, despejados, solidarios y dignos. Mirarse desde lo hondo para reconocer la inagotable fuerza del Ser, creador de nuevos mundos; energía que también emprendió el trayecto para encontrarnos. Cada paso está hecho de intensas experiencias, de peregrinos y transitorios caminantes, todo pasa, se diluye, excepto el Ser, cada golpe externo nos revela la verdadera forma del ser, es decir, nuestra verdadera forma, nuestra verdadera voz y templanza, aquella que es inmutable ante el fango y la piedra, aquella que es inquebrantable pues sabe transmutar y alimentarse de todo lo duro y lo oscuro, permaneciendo impoluta.


El reencuentro con el Ser, que deriva en nítido recuerdo de la propia esencia, y en la disolución de extravío, angustia y soledad nos demanda fidelidad, nos demanda no transar la libertad por migajas, por vanas comodidades ni aparentes deleites que nos alejen de nosotros mismos, todo precio a pagar lo valdrá, porque al estar completos, plenos de uno mismo, se disiparán las dudas y se conferirá al caminante una fortaleza inusual, un halo de genuina seguridad y paz que harán de la existencia una experienciareal, siendo fieles a la continua transformación de nuestro Ser que es nuestra propia vida en continua e infinita expansión cuando la búsqueda y el encuentro se hayan consumado.

 

SOBRE LA AUTORA

Verónica Stella Tejerina Vargas profesional boliviana – nicaragüense, magíster en Educación Intercultural Bilingüe (EIB) del Programa de Formación en Educación Intercultural Bilingüe (PROEIB Andes), en la ciudad de Cochabamba - Bolivia (2013). En esta ciudad obtuvo también su licenciatura en Lingüística aplicada a la enseñanza de lenguas, otorgada por la Universidad Mayor de San Simón (2006). Diplomada en Ciudadanías Interculturales por el Programa para la Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) (2009), e Interculturalidad y Descolonización por el Instituto Internacional de Integración del Convenio Andrés Bello (IICAB) (2010), ambos en las ciudades de La Paz - Bolivia. Además de realizar investigaciones en los temas de ciudadanía, interculturalidad y descolonización con pueblos indígenas y movimientos juveniles ha complementado su carrera académica con el de la fotografía y la ilustración artesanal/digital, ya que considera que el arte es poderosa herramienta creativa, generadora de reflexión, incidencia y transformación.

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