Mi aproximación a la biografía de Juan Sebastián Rojas Miranda (Bogotá,1988) se ajusta más a la ficción que a la realidad. Un día a finales del 2018 me llegó un audio de 15 minutos donde me resumía su vida, sus estudios y otras cosas que ya no me acuerdo. Pensé que debía hacer lo mismo pero al buscarlo en Google y encontrar todas sus publicaciones en las innumerables plataformas de venta de libros, me arrepentí.
Empezamos a trabajar juntos meses después del mensaje de voz. A veces le cuento también cosas de mi vida cotidiana, cuando las horas y el océano que nos separa, empaña el trabajo que llevamos realizando en Ediciones El Silencio. Una editorial que desde el 2015 pisa fuerte en la ciudad de Cali y en Suiza, con hasta el momento un variado catálogo de siete publicaciones entre traducción, ensayo, cuento y novela.
Juan Sebastián Rojas recién está entrando a la treintena y ya tiene cinco libros publicados: El inmortal y Diana o ¡Que viva el reguetón! (Madrid, Editorial Verbum, 2016). En busca de nada (Bogotá, Editorial Oveja Negra y Editorial USC, 2018); Fóllale, Manco (Madrid y Cali, Editorial Verbum y Ediciones El Silencio, 2018). Este año presentó en el marco de la Feria Internacional del Libro de Cali, Manuela Distancia (Ediciones El Silencio y Editorial USC, 2019). Todos sus libros tienen premios o han sido finalistas de alguno. ¿De dónde salió esta especie de Roger Federer colombiano de las letras?
¿Por qué poco o nada se encuentra en Internet de este docente de la universidad Santiago de Cali y del Liceo Francés Paul Valéry? Juan Sebastián regresó a Cali en el 2016, después de pasar 10 años estudiando en París. Allí vivió, según cuenta su padre Juan Carlos, en “el área del servicio de una mansión victoriana. Para llegar a su cuarto había que subir por dentro de un caracol, estrecho y empinado, en cada giro una puerta y tras de ella, se percibían vidas solitarias, todo es frío y sin ninguna gracia, todo es igual, se sabe de su fin cuando la respiración ya es difícil. Su espacio es de dos por tres metros. Los libros empiezan a cubrir las paredes; un catre individual muy cerca del piso, una cocina que recuerda las comitivas de la infancia; un refrigerador de 50 centímetros; una ducha tan pequeña que limita hasta el canto matutino, el sanitario está afuera, es compartido. Es una verdadera palomera a la altura de un séptimo piso. En uno de sus rincones una repisa hace las veces de mesa de noche, en el otro, una mesa que le sirve de comedor y de escritorio. Un pequeño y maravilloso balcón, que le permite ver un paisaje y una realidad innegable, Estoy en Paris, si ahí está la torre Eiffel, a dos bloques el arco de triunfo y el paseo del Elíseo tan amplio como el horizonte, si ahí está su soledad y su melancolía.” (Juan Carlos Rojas)
En ese palomar el joven de 19 años recién graduado del Liceo Paul Valéry de Cali se hizo
escritor porque según me cuenta su “sueño era estudiar literatura en el país de la literatura, tener novia escritora.” Debió ser difícil, pienso, vivir y estudiar en otra lengua. Sobrevivir en París, en aquella ciudad mítica que tal vez ya no exista, pero que todos los hijos de padres humanistas latinoamericanos, soñadores con la revolución francesa y la nouvelle vague, crecimos amando y tal vez también todavía, idolatrando. Cómo no descarrilarse en la época Sarkozy y abandonar los estudios para irse a dar la vuelta a Europa en caravana; casarse por los papeles y tener hijos de doble nacionalidad o regresar de una de las ciudades más frías, grises y contaminadas del mundo, a comerse un sancocho con la familia un domingo cualquiera del mes de febrero. Pero Rojas Miranda no volvió en uno de los meses más fríos del invierno parisino, hasta obtener el título de doctor en Literatura Comparada de la universidad Paris Nanterre.
A través de sus novelas, cuentos, ensayos y poemas se ve a un autor que emplea ágilmente la caja de herramientas del escritor formado. En su escritura, los paisajes urbanos no solamente hacen referencia a un mundo que podríamos identificar como latinoamericano. Su primer libro, “El inmortal va más allá del espacio literario de España y América del Sur. El autor rinde homenaje a Sami Tchak, de Togo, y Makency Orcel, de Haití.”(Editorial Verbum)
Rojas además participa activamente de congresos, coloquios y encuentros académicos y literarios en toda Colombia. Administra “Pluralis. Revista de la diáspora colombiana.” Cuando en el 2018 leí su cuento Amor a dos para ser parte de Voces. Antología de escritores contemporáneos del Valle del Cauca (Ediciones El Silencio, 2018) no me pareció posible que la persona que lo hubiera escrito estuviera dispuesta a navegar conmigo entre el mar de vicisitudes de una editorial independiente colombiana. Pensé que este escritor premiado en Europa, reconocido en el mundo académico francés y colombiano no le metería la mano a las teclas para nimiedades que tuvieran que ver con el mundo administrativo, ese lado oscuro de toda editorial que queremos delegar a otros para no encargarnos. Pero en la primera videoconferencia que hicimos me sacó un acta de reunión que él mismo se encargó de completar.
Así que el joven Juan Sebastián además de cumplir su sueño de ser escritor aprendió también lo que cuesta sentarse a escribir una palabra después de otra hasta armar una frase, un párrafo que se convertirá en una página y después en un libro y además, se dio cuenta de que el trabajo de escritor no era dado por el sino o por alguna paloma chueca de esas que se le habrán colado por el pequeño balcón parisino. Volverse escritor como cualquier otro oficio requiere trabajo y esfuerzo. Y quien es escritor no solamente es eso, esa figura mítica en el imaginario de algunos que no puede hacer otra cosa que escribir literatura y echarse a dormir o a beber.
De Manuela Distancia, novela finalista del V Premio Internacional de Narrativa Novelas Ejemplares y Premio Estímulos Alcaldía de Cali 2019 nos dice el escritor Luis Miranda: “En una época en que la guerra fría entre las naciones más poderosas del mundo se calienta bajo los trópicos nace una farsa de imaginación cínica y carnavelesca. Esta novela no es una máscara tras la cual una voz nos revela la verdad de nuestra realidad, no es un mundo al revés que nos muestra lo absurdo de nuestra civilización, sino que es nuestra civilización sin eufemismos.”
Finalizo por preguntarle a Rojas en qué lengua prefiere escribir o si lo hace en ambas y me dice, para mí hasta la lengua materna debo hacerla parecer extranjera. Para mí escribir en francés, como el irlandés Samuel Beckett, es pensar, sentir diferente. Es darle dignidad a ese otro que habita en mí y que solo habla francés.
Sus publicaciones están disponibles en todas las librerías colombianas y en Cali: Expresión Viva, La Librería Internacional, La Cafebrería y en el Café del Museo La Tertulia.
Freya Liv Quintana Cardona nació en Cali en 1981, es Licenciada en Literatura de la Universidad del Valle. Sus textos periodísticos y su obra poética han aparecido en diferentes antologías en Colombia, México, Argentina. Ha vivido en Estados Unidos, Argentina y Colombia. Actualmente vive en Suiza. William Ospina-Cali-Estanislao Zuleta. Palimpsestos. (Ediciones El Silencio, 2017) es su primer libro.
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