El camino dentro del poema
es sinuoso
y hay música lejos
que asciende entre los árboles.
Ladera arriba hacia los silbos del viento,
de vez en cuando los perros son suspiros
que mueven sus cuerpos perrunos
al paso fatigado de quienes pasan
no buscando la gloria,
ni que los publiquen en periódicos locales,
ni les otorguen trofeos
o condecoraciones.
Solo pasan soñando como poetas,
con los ojos abiertos como la luna,
o las ventanas de los sueños.
Los atletas buscan el abrazo del viento ancho
y los besos transparentes de la boca de la lluvia;
las ramas de los árboles los abrazan
en la esperanza
y esfuerzo por llegar a la meta antes del croar de las ranas,
y la meta es el amor en la cima del poema.
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